El oeste colombiano sufre un déficit de personal medico para la población

En Pie de Pató, como tantas otras veces, hoy no hay agua. Pero el único centro de salud entre los 28.000 habitantes de Alto Baudó en la provincia de Chocó (occidente) de Colombia abrió sus puertas con solo cuatro médicos y un puñado de enfermeras.

El calor era insoportable, la humedad llegaba al 80% y el ambiente era sumamente insalubre, un ambiente ideal para la propagación de la malaria, enfermedades pulmonares, deshidratación y desnutrición infantil. La medicina preventiva es una ilusión: apenas se ven ancianos por la calle.
La situación refleja la situación de salud en la Colombia rural, que se ve agravada por la presencia de grupos armados y el difícil terreno en esta parte del Pacífico, pero el país claramente ha abandonado las reformas de salud impulsadas por el presidente Gustavo Petro y quiere arreglarlas. Jany García, enfermera de Pie de Pató, dice que les faltan recursos. Aunque cuentan con un pequeño laboratorio, un área dental y cinco salas dobles, sus recursos (incluidos los medicamentos) son tan escasos que casi todas las emergencias requieren un traslado. Atienden a cien pacientes al día y los derivan a Kibdo, el único hospital público en funcionamiento de la capital; se tarda hasta 10 horas en barco y cinco horas por tierra, la mayor parte de las cuales cuenta con la ayuda de Médicos Sin Fronteras (MSF). los costos corren a cargo de la organización.
Vartinson, el bebé de la indígena emberá Romaña Rubiano, fue llevado al centro de salud hace seis días con complicaciones pulmonares, tos y diarrea.

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