Síndrome poscovid

Síndrome poscovid

Sin desconocer que la pandemia desde hace algunos meses ha entrado en una senda más optimista, al punto de que ya casi se puede pasar la página de esta crisis sanitaria, lo cierto es que el mundo médico empieza a escarbar en profundidad en las consecuencias que ha dejado y amenazan con materializar por más tiempo los fantasmas del dañino Sars-CoV-2.

Basta ver, por ejemplo, las huellas que en la salud mental de grandes y chicos ha causado este proceso, que según expertos tardarán mucho tiempo en solucionarse, incluso si se atienden a tiempo. Pero hay otro componente de grandes dimensiones que ha estado agazapado desde el mismo comienzo de la pandemia que, como era natural, exigía atender a los enfermos agudos, pero que poco a poco ha emergido reclamando atención urgente: el síndrome poscovid o el covid prolongado. Una enfermedad ya instalada, con identidad propia y que por sus características multisintomáticas y su curso aún incierto se configura como un síndrome.

Se trata, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos (CDC), de un cuadro con una amplia gama de manifestaciones recurrentes o continuas que las personas pueden experimentar 4 o más semanas después de infectarse por primera vez con el Sars-CoV-2. Lo llamativo es que los afectados no necesariamente tuvieron que presentar síntomas de covid-19 o haber padecido la enfermedad de manera grave para que esta enfermedad haga presencia con un espectro amplio de manifestaciones.

En Colombia hay que comenzar por reconocerla como una patología nueva que debe abordarse de manera integral.

El asunto es preocupante si se revisan las cifras que han dado a conocer diferentes estudios, entre los cuales se destaca uno recientemente publicado en la Revista de Enfermedades Infecciosas (JID, por sus siglas en inglés) que da cuenta de una prevalencia global de SPC de 43 por ciento, siendo más común, pero no exclusivamente, en aquellos pacientes que fueron hospitalizadas durante la fase aguda de la enfermedad y que en Asia, por ejemplo, ha mostrado afectación en el 51 por ciento de los infectados. Lo anterior con el agravante de que a nivel mundial esta entidad parece aumentar con el tiempo con una frecuencia del 37 por ciento después de 30 días del inicio de los síntomas, pero que a los 120 días ya se ubica en un 49 por ciento, sin dejar de lado que los niños también son afectados de manera seria.

En Colombia, algunos estudios ya empiezan a mostrar su impacto. El mismo Dane, en uno de sus consolidados, mostró hace algunos meses que la fatiga, la dificultad para respirar y la sensación de ahogo permanecían en un número significativo de afectados, lo que exige de una vez por todas que esta situación se afronte, empezando por reconocerla como una patología nueva, a la par que los médicos la estudian y profundizan en sus potenciales tratamientos, que el sistema de salud tiene que abordar de manera integral.

El manejo multidisciplinario y la definición de centros específicos para atender a esta población son urgentes, dada la cantidad de afectados, muchos de los cuales hoy ruedan de institución en institución sin soluciones de fondo. Es un llamado propositivo a la acción para el beneficio de todos.

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