Envenenamiento de niñas con gas en Irán ha escalado ha hecho que la situación del país se ponga más tensa

Luego de que las autoridades se dieran cuenta de que los ataques habían impactado en más de medio centenar de escuelas a nivel nacional, la crisis en torno al presunto envenenamiento por gas de cientos de niñas en Irán se acrecentó el pasado domingo. No está clara la causa de algunos incidentes que han causado preocupación entre los padres de menores y están avivando el resentimiento público por la incapacidad del gobierno para detener los ataques que parecen destinados a paralizar el aprendizaje de los estudiantes, así como quién tiene la culpa.

En la venerada ciudad chiita de Qom, los incidentes de posibles intoxicaciones comenzaron a aumentar en noviembre, y este domingo se encontraron nuevos casos. Según los informes, se han informado casos sospechosos en escuelas, incluida una escuela infantil, en 21 de las 30 provincias de Irán. En particular, se han documentado más de mil casos de intoxicación de estudiantes, con víctimas que reportaron dolores de cabeza, palpitaciones, náuseas, mareos y, en ocasiones, incapacidad para mover las extremidades después de oler artículos de limpieza y naranjas podridas.

Los envenenamientos forman parte de una operación de «contaminación psicológica», según el gobierno iraní, que pretende reavivar las protestas iniciadas por el fallecimiento de Mahsa Amini en septiembre. En Irán, la educación femenina no ha sido cuestionada en los 43 años de la República Islámica, y algunos padres asocian los envenenamientos con recientes protestas que adquirieron un tono fuertemente feminista, en las que alumnas de colegios e instituciones se quitaron el velo y cantó «mujer, vida, libertad» mientras señalaba los retratos del líder supremo de Irán Ali Khamenei y el ayatolá Ruhollah Khomeini.

Según la agencia estatal de noticias IRNA, el ministro del Interior, Ahmad Vahidi, declaró ayer que los investigadores habían recogido «muestras sospechosas» mientras investigaban los incidentes. Del mismo modo, instó a la moderación mientras acusaba al «terrorismo mediático del enemigo» de fomentar el descontento.

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